Tarancueña: Historia viva entre celtas, romanos y rutas legendarias

¿Qué tienen en común los celtíberos, los romanos, los caballeros del Cid, los monjes medievales y los pastores trashumantes? Todos dejaron huella en Tarancueña, un pequeño pero sorprendente pueblo de Soria donde cada piedra cuenta una historia.

En este recorrido te invitamos a viajar a través del tiempo, desde los primeros asentamientos humanos hasta los episodios clave de la historia de Castilla, pasando por la huella de Roma, las batallas contra Almanzor, los rituales religiosos populares e incluso las rutas secretas del Camino del Cid. Si estás buscando un destino rural con alma e identidad, Tarancueña te espera con siglos de relatos por descubrir.


Un asentamiento milenario: los orígenes en la Edad de Bronce

La historia de Tarancueña comienza en el yacimiento de Los Tolmos, ubicado junto al río Caracena. Allí, hace más de 3.000 años, un grupo de pastores nómadas ocupaba esporádicamente un asentamiento compuesto por cabañas de entramado vegetal. Se han hallado herramientas de cobre, hueso y piedra, y restos de fuego al aire libre.

Este lugar ha sido declarado Bien de Interés Cultural y permite trazar el vínculo entre las culturas del Bronce Antiguo y las del Bronce Final, como Cogotas I. Ya entonces, la ganadería era el motor de la vida en la zona.


Celtíberos: pastores, guerreros y resistentes

Durante siglos, los celtíberos ocuparon estas tierras, construyendo castros y poblados en zonas elevadas. Tiermes y Numancia fueron grandes centros de esta civilización, conocidos por su resistencia frente a Roma. Las espadas celtíberas eran tan apreciadas que los romanos las adoptaron en sus legiones.

El topónimo Tarancueña tiene origen ibérico, a diferencia de los pueblos vecinos cuyos nombres describen características naturales. Según el filólogo Francisco Villar, su raíz está relacionada con el verbo «romper» o «atravesar», haciendo referencia posiblemente al paisaje o a antiguos cursos de agua.


Romanización: villas, comercio y cerámica

Con la llegada de Roma, Tarancueña se transformó. Se estableció una villa rural junto al río Caracena, conocida como La Huerta del Río. Allí se encontró un objeto excepcional: el asa de bronce con incrustaciones de plata decorada con un grifo, cabezas de ánades y la cara de un Sileno, que hoy forma parte del logotipo de La Casa del Pastor.

Este objeto pudo haber pertenecido a una vajilla de banquete de alto prestigio y sugiere la existencia de relaciones comerciales o rituales de élite en la zona. Aunque la villa data del siglo IV d.C., el asa podría ser del siglo I-II, lo que refuerza su valor simbólico y cultural.


Repoblación y enfrentamientos con Almanzor

Tras la caída del Califato de Córdoba, Castilla impulsó la repoblación de estas tierras. Sin embargo, en el año 981, Tarancueña fue arrasada por las tropas de Almanzor en una de sus campañas otoñales para mantener a su ejército activo. A partir del siglo XI, la localidad fue recuperada definitivamente para Castilla.


Comunidad de Villa y Tierra de Caracena: autonomía rural

Tarancueña formó parte del Sexmo de Enmedio dentro de la Comunidad de Caracena. Aunque Caracena era la capital, Tarancueña se convirtió con el tiempo en la localidad más habitada. Durante siglos, se rigió por el Fuero de Sepúlveda y el Concejo Abierto, donde los vecinos tomaban decisiones sobre pastos, agua y recursos comunes.


Superstición, Inquisición y resistencia cultural

En 1655, una procesión con reliquias para invocar la lluvia llevó a Tarancueña ante la Inquisición. Aunque el acto fue denunciado como supersticioso, no se impusieron penas. Este hecho refleja la convivencia entre la religiosidad oficial y las tradiciones rurales.


Historia reciente: mosaicos, guerra civil y el presente

En 1915, el intelectual Luis Carretero Nieva escribió en Tarancueña su ensayo “Regionalismo Castellano”, dejando constancia de la importancia simbólica del pueblo en la identidad de Castilla. En la plaza se puede ver un mosaico que lo recuerda.

Durante la Guerra Civil, la localidad no fue frente de batalla, pero un soldado republicano cayó en la zona y fue enterrado en el paraje conocido como la tumba de Valderrubio. Hoy, Tarancueña sigue luchando contra el olvido, con apenas una docena de habitantes censados, pero con una comunidad que resiste y reconstruye.


Iglesias, vírgenes y símbolos

La localidad conserva su iglesia actual, dedicada a Nuestra Señora de los Remedios, construida en el siglo XVI. En su interior se encuentra una valiosa pila bautismal medieval y la imagen románica de la Virgen de Masatrigos, procedente de la antigua iglesia de Santuy.

El camposanto y las estelas funerarias discoideas, algunas del siglo XII, nos hablan de una tradición antigua que une espiritualidad, arte y comunidad.


Caminos históricos y rutas de leyenda

Tarancueña está rodeada de historia:

  • Calzadas romanas que unían Tiermes con Uxama y Segovia.
  • Rutas trashumantes de la Mesta, con cañadas, cordeles y veredas para el ganado.
  • Caminos medievales que conectaban monasterios, pueblos y castillos.
  • El Camino del Cid, que cruzó esta comarca en su destierro.
  • La ruta de la Caballada de Atienza, que salvó al rey Alfonso VIII.
  • El paso del ejército carlista en 1837, perseguido por Espartero.

Todos estos caminos pueden recorrerse hoy a pie, en bicicleta o con la imaginación.


Un pueblo vivo que se rehace

Tarancueña, pese a la despoblación, no se rinde. Con iniciativas como La Casa del Pastor, el pueblo ofrece una experiencia rural auténtica. Su historia no está encerrada en los libros, sino escrita en sus piedras, en sus sendas y en el cielo estrellado que puedes observar desde su mirador Starlight.

Si buscas algo más que un lugar donde dormir, si quieres comprender la historia a través del lugar que habitas, Tarancueña es tu destino.


¿Te ha gustado este viaje? Visítanos, descubre todo lo que Tarancueña tiene por contar… y forma parte tú también de su historia.

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